Sáb. Nov 2nd, 2024
Reconstrucción facial de la Momia Juanita. Universidad Católica Santa María, Arequipa - Perú
Reconstrucción facial de la Momia Juanita. Universidad Católica Santa María, Arequipa - Perú

Se ha logrado la reconstrucción facial de uno de los mayores descubrimientos del sur peruano, un logro que devuelve a la vida a «Juanita», la doncella inca cuyos restos congelados se descubrieron hace casi tres décadas cerca de un cráter volcánico, a una asombrosa altitud de más de 6.300 metros.

Sacrificio en Honor a los Dioses

Conocida cariñosamente como Juanita, esta joven doncella inca fue sacrificada en honor a las deidades más trascendentales en la cultura inca. Su cuerpo, vestido con ropas de tela, fue exhumado cinco siglos después de su sepultura. Investigaciones meticulosas han determinado que tenía entre 13 y 15 años en el momento de su fallecimiento.

El lugar de su descubrimiento, el nevado Ampato, le otorgó el nombre que la identifica. Para asegurar su preservación, el cuerpo de Juanita reside en una cámara especial, mantenida -20 grados Celsius en el Museo Santuarios Andinos de la Universidad Católica de Santa María en Perú, ubicada en la ciudad de Arequipa.

Más Descubrimientos

Un equipo internacional de arqueólogos y científicos inició sus investigaciones en 2018, documentando cuerpos y objetos hallados en el Ampato (provincia de Caylloma), así como en los volcanes Misti y Pichupichu (Arequipa), donde los incas practicaron el ritual de la Capacocha.

La Dra. Sylwia Siemanowska, experta del Instituto de Arqueología y Etnología de la Academia de Polonia y científica del Centro de Estudios Andinos de la Universidad de Varsovia, desveló detalles fascinantes sobre el entierro de la doncella inca. Reveló que la joven estaba acompañada por 37 objetos de cerámica decorados con figuras geométricas, posiblemente representando un sistema de comunicación desarrollado por los incas.

Un análisis tomográfico en profundidad reveló que Juanita, con edades comprendidas entre 13 y 15 años en su fallecimiento, gozaba de buena salud en el momento de su sacrificio ritual. Trágicamente, sufrió un contundente golpe en la parte occipital derecha de su cráneo, propinado con gran fuerza por un individuo diestro, causándole una muerte instantánea.

Reconstruida Tras 28 Años

Casi tres décadas después de este hallazgo trascendental, científicos del Centro de Estudios Andinos de la Universidad de Varsovia (Polonia) y de la Universidad Católica de Santa María (Arequipa, Perú) han logrado exitosamente reconstruir los rasgos de esta joven doncella en una escultura sorprendentemente realista.

La creación de esta escultura involucró técnicas de vanguardia, incluyendo tomografías corporales, análisis de ADN, características etnológicas, determinación de la edad y análisis de su complexión. Métodos forenses modernos desempeñaron un papel fundamental en este logro.

Para recrear la imagen de Juanita, se generaron imágenes digitales basadas en las últimas tomografías, resultados de ADN, características etnológicas y conocimientos científicos. Esta abundante información permitió al Dr. Oscar Nilson, un arqueólogo y artista sueco, aplicar la técnica de Manchester, utilizando marcadores de profundidad de tejido derivados de mediciones craneales. La reconstrucción reveló pómulos pronunciados, una característica típica de la proporción facial femenina en la región alta andina.

Este proceso meticuloso culminó en el modelo realista que ahora se exhibe en el Museo Santuarios Andinos de la UCSM.

Ritual de la Capacocha, contexto del sacrificio de «Juanita»

La Capacocha fue uno de los rituales más significativos en el Imperio del Tawantinsuyu. Involucraba ofrendas al sol, pero también se llevaba a cabo en ocasiones especiales, como respuesta a catástrofes naturales.

El corazón de este rito era el sacrificio de un menor en la cima del volcán, como ofrenda a los dioses. El cuerpo siempre se acompañaba de una serie de ofrendas, como miniaturas de cerámica, metales preciosos, textiles y conchas marinas únicas provenientes de diversas partes del imperio.

De acuerdo con la creencia inca, los niños ofrendados no morían, sino que se reunían con sus antepasados, quienes los observaban desde las cumbres de las altas montañas.

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