Vie. Abr 18th, 2025
Protesta Obrera del 1 de Mayo en Lima
Obreros en protesta, en Lima. Durante la celebración del 1 de mayo, estas voces levantadas se convierten en un rito colectivo donde el sacrificio y la lucha por la justicia trascienden lo cotidiano. En este acto, la figura del héroe obrero emerge como un símbolo de resistencia, marcando el tiempo sagrado de quienes pretenden construir el futuro tomando su ejemplo.

Contexto

La Huelga del 1 de Mayo en el contexto de la protesta obrera peruana, especialmente en la Lima del siglo XX, se erige como una manifestación política trascendental, marcada por rituales que no solo reflejaban las demandas laborales inmediatas, sino que también simbolizaban la resistencia y la construcción de identidades colectivas.

En primer lugar, es imperativo examinar el contexto político y social que sirvió como caldo de cultivo para el surgimiento de movimientos obreros en el Perú del siglo XX. A medida que el país transitaba por cambios económicos y sociales significativos, con la industrialización y la urbanización en aumento, los trabajadores urbanos se encontraron frente a condiciones laborales precarias y una creciente disparidad económica. Este escenario propició la formación de la conciencia de clase, -más que nada por el espaldarazo que significó la Revolución Rusa de 1917- y el tránsito desde el anarcosindicalismo a un movimiento obrero más cohesionado.

Importancia Política

La huelga del 1 de mayo se convierte, entonces, en una manifestación política que va más allá de las demandas salariales y laborales inmediatas. Este día, históricamente asociado con la lucha por los derechos laborales a nivel mundial, se convierte en un espacio simbólico donde la protesta obrera peruana expresa sus demandas, pero también reafirman su solidaridad como clase trabajadora. Los rituales asociados con esta huelga, como marchas, discursos y la ocupación simbólica de espacios urbanos adquieren un significado político profundo.

Los obreros, mediante la participación en esta huelga, buscaban no solo mejoras inmediatas en sus condiciones de trabajo, sino también cuestionar y desafiar el orden político y económico. Actuaba como una plataforma para la construcción de estas identidades colectivas. Los rituales asociados con la manifestación no solo sirven como herramientas para comunicar demandas y expresar resistencia, sino que también contribuyeron a la continuidad de la formación de la conciencia de clase expresada en las marchas conjuntamente con el sentido de comunidad, consolidando la noción de que comparten un destino común.


Ritual obrero, Ritual Político

La conexión intrínseca entre los rituales de la protesta obrera y las percepciones políticas en el contexto de las celebraciones del 1 de mayo son catalizadores de cambios, influyendo en la construcción de identidades y en la interpretación de los acontecimientos. El simbolismo en esta celebraciones se convierte en el epicentro de significados que trascienden lo meramente laboral. Las manifestaciones durante esta jornada no solo expresan las reivindicaciones específicas de los trabajadores, sino que también encapsulan un simbolismo más amplio, reforzado por lo histórico de la fecha.

Los rituales del 1 de mayo colaboraron en la construcción y consolidación de la identidad en la protesta obrera. La participación era una afirmación de la pertenencia sobre la base de objetivos comunes. La identificación con estos rituales fortalecía además el sentido de solidaridad. La visibilidad lograda desempeñaba un papel crucial de empoderamiento. La ocupación simbólica del espacio urbano y la exhibición masiva de consignas visuales y auditivas eran tácticas de afirmación de poder y relevancia en la esfera política, de influencia en su narrativa.

Esta narrativa política se posiciona como alternativa, como desafiantes del orden político y económico establecido, comunicando no solo la insatisfacción, sino también de cuestionamiento de las estructuras de poder. La narrativa política creada por estos rituales trascendía las demandas inmediatas y cumplía funciones al exterior, pero, sobre todo, al interior.

Los rituales de esta fecha no eran simplemente episodios para cumplir sino conectores entre el ritual y la acción política como un entorno único, el cierto, el real, el concluyente y el que permitía consagrar la internalización de la visión del mundo desde la constatación y compromiso del papel era activo y relevante, como situación de transformación dinámica amplia. Para entender mejor estos procesos nos apoyaremos en herramientas del campo de la psicología.


Pensamiento Esquemático en la Protesta Obrera

El pensamiento esquemático se refiere a la organización cognitiva de la información en categorías o esquemas preexistentes (Kertzer, 1988). En el contexto de las protesta obrera y las celebraciones del 1 de mayo, los participantes y observadores se involucraban en un proceso de categorización que influía en la interpretación de los eventos. Los esquemas cognitivos, formados por experiencias pasadas y conocimientos adquiridos, actuaban como marcos interpretativos a través de los cuales se procesaba la información. En este caso estaríamos haciendo referencia a las experiencias políticas pasadas, conocimientos y habilidades transaccionales de cada uno de los miembros de la organización, especialmente los líderes, y que por procesos cognitivos son transmitidos al resto de esta, multiplicando sus posibilidades de negociación.

Durante las celebraciones del 1 de mayo, el pensamiento esquemático se manifestaba en la forma en que los participantes organizaban la información relacionada con las demandas laborales, la solidaridad de clase y la lucha por los derechos. Los esquemas preexistentes sobre la justicia social, la explotación laboral y la resistencia se activaban y estructuraban la comprensión de los eventos. Esta organización cognitiva influía en la percepción de la realidad y en la atribución de significado a las acciones individuales y colectivas.

Los esquemas cognitivos no eran estáticos; estaban moldeados por la experiencia pasada de los individuos y la memoria colectiva del movimiento. La repetición anual de la protesta obrera durante las celebraciones del 1 de mayo fortalecía y actualizaba estos esquemas, contribuyendo a la formación de la identidad obrera colectiva. La experiencia acumulativa generaba el sentido de continuidad, alimentando el pensamiento esquemático y la conexión emocional con los ideales del movimiento.

Construcción Cognitiva

La construcción cognitiva se refiere al proceso mediante el cual los individuos elaboran significados a partir de la información disponible. En el contexto de la protesta obrera y las celebraciones del movimiento obrero peruano, la construcción cognitiva estaba intrínsecamente ligada a la interpretación de los rituales, símbolos y discursos políticos asociados con el 1 de mayo.

Esta construcción cognitiva se evidenciaba en la interpretación de los rituales específicos de las celebraciones cuando los participantes atribuían significados a las acciones simbólicas, como las marchas, pancartas y discursos, a través de un proceso de construcción de significado. La conexión entre estos diversos elementos y los esquemas cognitivos preexistentes determinaban la interpretación individual y colectiva de la realidad política.

La emoción como activador

Para que la construcción cognitiva se consolide era necesario el uso de la emoción, la que desempeñaba un papel clave en la misma. La intensidad emocional asociada afectaba la forma en que se procesaba y recordaba la información. La construcción cognitiva, en este contexto, no solo era un acto racional, sino también un proceso emocionalmente cargado que contribuía a la formación de actitudes y creencias arraigadas.

La interrelación entre emoción y cognición en el contexto político y ritual moldeó las percepciones individuales y colectivas, influyendo en la identidad dentro de la protesta obrera, la memoria histórica y la participación política (Kertzer, 1988). Este entrelazamiento dinámico entre la esfera emocional y cognitiva revela el contexto ritualizado.

La emoción, en el marco de las celebraciones del 1 de mayo, no solo actúa como una respuesta subjetiva al entorno, sino como un motor que impulsa la acción política. La rabia contra la explotación laboral, la solidaridad de clase y la esperanza de un cambio social se convierten en fuerzas impulsoras que movilizan a los participantes hacia la participación activa. Estas emociones, enraizadas en la experiencia histórica de los trabajadores, despiertan un sentido de urgencia y compromiso con la causa  de la protesta obrera.

Conexión con la narrativa política

La construcción cognitiva, en este contexto, entra en juego al dar significado y estructura a las emociones experimentadas durante las celebraciones. Los participantes desarrollan esquemas cognitivos que conectan las emociones con narrativas políticas más amplias. La injusticia percibida en el ámbito laboral se integra con la memoria histórica del movimiento obrero, generando una interpretación coherente de la realidad política. Esta construcción cognitiva, enraizada en la emoción, contribuye a la formación de la identidad obrera. Por tanto, los rituales de la protesta obrera del 1 de mayo actuando como estímulos emocionales clave –con marchas, discursos y símbolos– generaron respuestas emocionales intensas que están intrínsecamente vinculadas a la política y la identidad. La repetición anual de estos rituales reforzaba y amplificaba las mismas respuestas emocionales, contribuyendo aún más a la consolidación del sentido de pertenencia y compromiso. La simbología de la lucha obrera es esencialmente, emoción cíclica.

Adaptación cognitiva

La construcción cognitiva originaba un derivado: la adaptación cognitiva. A medida que los participantes se involucraban en rituales recurrentes, su construcción cognitiva se adaptaba y evolucionaba. La asimilación de nuevas experiencias y la reinterpretación de los esquemas existentes contribuían al cambio cognitivo a nivel individual y colectivo.

La interacción entre el pensamiento esquemático y la construcción cognitiva tenía un impacto directo en la percepción política. La formación de una identidad obrera, la interpretación de los rituales y la adaptación cognitiva influían en la manera en que los participantes entendían su papel en la lucha política y en la sociedad en general. Estos procesos psicológicos eran, por lo tanto, determinantes en la configuración de actitudes políticas y en la participación continua en el movimiento obrero.

Percepción de los ritos

Durante la República Aristocrática, el movimiento obrero sindical y anárquico no detuvo su gesta en la demanda de instaurar un discurso contestatario y reivindicativo, conjugando los intereses de las clases desfavorecidas y las ideas anarcosindicalistas para el funcionamiento de un aparato social de propósito específico.

Desde la prensa escrita pueden obtenerse los contenidos que estos procesos psicológicos describen, en lo que se conocía como la «línea» política a seguir. Destacan diversas publicaciones de reconocimiento a los mártires de Chicago.

Los Parias, mayo de 1904:

«La federación de los Estados Unidos y Canadá, acordó, en un congreso celebrado en Chicago el año 1884, declarar la huelga general, en demanda de la jornada de ocho horas, el 1° de Mayo de 1886. Llegó la fecha señalada, se produjo la huelga, la policía atropelló a los huelguistas, matando é hiriendo a varios, y, el día 4, mientras un pelotón atacaba a los obreros, estalló una bomba entre las filas de los guardias. La autoridad no buscó al autor del hecho; lejos de esto, detuvo y condenó a muerte a los obreros que, por su oratoria, inteligencia y actividad, más se habían distinguido en aquel movimiento… […]»

Nótese el hincapié de que los mártires se muestran como ejemplos a seguir y como posturas para adopción. El mensaje ya tenía un sentido totalmente claro y directamente vinculado al espíritu de clase, valores e ideales que el movimiento obrero y su lucha propiciaban.

El Hambriento, noviembre de 1905:

«Amaneció la funesta y pálida mañana del 11 de noviembre y como racimos de inerme masa humana pendían de la horca aún no muy fríos y helados los despojos de cuatro valientes e intelectuales, obreros de la falange revolucionaria. ¿Cuál [es] el Crimen? Que habían cometido estos compañeros asesinados por las autoridades tituladas de la República Modelo de que se les acusaba cual culpabilidad que se enrostraba para ese procedimiento infame de masacrarlos injustamente. Sus delitos de los compañeros Fischer, Engels, Spiens, Parsons, Ling, Sewab, Tiedden y Neeb, eran tener corazones generosos, ayudar a los demás obreros a reconocer sus derechos perdidos en la Sociedad presente, o más bien esplicado, usurpados por la ladrona Burguesía… […]»

En La Protesta, publicaciones entre las que se encuentran discursos de Manuel C. Lévano en la celebración del 1 de mayo de diversos años, resaltan la postura ritual y el significado del sacrificio:

  • 1 de mayo de 1912:

«…He aquí porqué, en este clásico día, que nos recuerda la horrenda injusticia cometida por el imperialismo yanque en los dirigentes huelguistas de Chicago, los pechos de millones de trabajadores palpitan delirantes, unísonos, prorrumpiendo en exclamaciones de santas iras, que son otras tantas promesas de redención social…»

  • 1 de mayo de 1917:

«Por esto, el 1° de Mayo, no es un fanatismo idólatra hacia los caídos y ahorcados. El 1° de Mayo es el clarín rebelde que despierta a los siervos, para que emprendan el camino de su redención… […] Es la voz estentórea apagada en la garganta de los mártires de Chicago, al rodar sus erguidas cabezas, del patíbulo, pero cuyo candente serbo repercuten todavía en las ondas etéreas, llamando a los pueblos irredentos a su integral emancipación… […]»

  • 1 de mayo de 1918:

«¡La sangre proletaria corre a torrentes, no importa; va fecundizando y la simiente va dando sus frutos; por eso, la aurora del 1° de MAYO DE 1918, se nos presenta vivificante, ¡anunciando el triunfo del nuevo Verbo! Saludémosla, y saludemos a la Rusia donde la Anarquía y el Comunismo van imperando como régimen social y económico, dando fin al terror y la miseria implantados por los déspotas… […]»

  • 1 de mayo de 1919:

«La más hermosa conquista del proletariado internacional, la están peleando parte del obrero límense, Las proféticas palabras de uno de los mártires de Chicago, ‘Salud, oh tiempos, ¡en que nuestro silencio será más poderoso que nuestras voces que hoy sofocan con la muerte!’ a pesar de los años transcurridos desde que fueron pronunciadas, tienen toda la fuerza impulsadora para hacer que el proletariado se aliste en las luchas económicas…»

Las noticias de los actos celebratorios impresos en los diarios y revistas de la época con respecto al 1 de mayo fueron leídos y comprendidos en espacios culturales que supusieron ciertas pautas, valores, ideales e intereses tanto políticos, económicos y sociales compartidos por las clases antagónicas de la sociedad limeña.


Selección de información para el rito político

No toda la información en el marco de los ritos políticos debían ser asimilados pues existían filtros selectivos de la información vívida y concreta, con la finalidad de que el fenómeno psicológico moldee adecuadamente la formación de las creencias políticas, las identidades colectivas y la interpretación «adecuada» de los acontecimientos históricos.

La psicología cognitiva sostiene que los individuos no asimilan pasivamente toda la información que reciben; en cambio, su atención se enfoca en elementos específicos, y esta selectividad está intrínsecamente ligada a la naturaleza emocional y simbólica de la información. En el contexto de la protesta obrera y las celebraciones del 1 de mayo, esta atención selectiva se ve intensificada por la naturaleza ritualizada de los eventos, que presentan información vívida y concreta de manera destacada sin destacar el direccionamiento premeditado de los liderazgos políticos.

Los rituales del 1 de mayo siempre proporcionaban un escenario propicio para la presentación de información concreta y vívida. La naturaleza repetitiva de estos rituales reforzaba la atención selectiva hacia elementos específicos que encarnaban la lucha obrera y la resistencia. Los participantes, inmersos en la atmósfera emocional de la celebración, prestan atención especial a los detalles simbólicos que evocan emociones intensas, especialmente aquellos en los que se inducía a prestar dicha atención.

La Internalización del Ritual

Los participantes son más propensos a recordar e internalizar la información que está cargada de emoción y que se presenta de manera concreta y tangible (Kertzer, 1988). La visión de pancartas que representan la lucha y la protesta obrera, el sonido de consignas que resuenan con fuerza y la presencia de líderes sindicales reconocidos se convierten en imágenes mentales poderosas que perduran en la memoria colectiva.

Este fenómeno de atención selectiva también se vincula estrechamente con la construcción de narrativas políticas que se convierten en la base sobre la cual se tejen las historias «oficiales» del movimiento obrero y la justificación de su lucha. Los relatos se centran en eventos y símbolos específicos que encapsulan la resistencia y la solidaridad. La atención selectiva hacia estos elementos contribuye a la creación de una narrativa coherente que fortalece la identidad de la protesta obrera y el marco interpretativo para entender la realidad política.

La influencia de la atención selectiva en la formación de creencias políticas también se refleja en la percepción de la legitimidad y la justicia de las demandas laborales. La atención intensificada a detalles específicos, como las condiciones de trabajo inhumanas o los logros significativos del movimiento obrero, crea una percepción que refuerza la convicción de que la lucha es justa y necesaria.


El carácter «hierofónico» del rito de la protesta obrera

Esta cualidad sagrada y reveladora que adquiere el acto ritual de la protesta está relacionado con la noción de «hierofonía». Está definida como la manifestación de lo sagrado en el mundo cotidiano a través de eventos, objetos o acciones ritualizadas (Eliade, 1985). El rito de la protesta adquiere un carácter hierofónico al transformar el espacio y el tiempo ordinarios en una dimensión cargada de significado sagrado. La protesta no se limita a ser una expresión política; se convierte en un acto trascendental que comunica la resistencia obrera como una causa sagrada y justa.

La dimensión hierofónica se manifiesta a través de varios elementos rituales presentes en las celebraciones del 1 de mayo. Las marchas, los discursos, los símbolos y las consignas se cargan de un significado más allá de lo político; adquieren una dimensión simbólica y ritual que conecta a los participantes con una narrativa más amplia de lucha, solidaridad y emancipación, encapsulando un sentido de lo sagrado al proporcionar una estructura ritualizada para la expresión de la identidad obrera y la resistencia contra la opresión.

Por ende, el tiempo de la celebración del 1 de mayo se convierte en un tiempo sagrado, apartado de la rutina diaria. La repetición del ritual refuerza su carácter hierofónico al establecer un ciclo que trasciende lo mundano y conecta a las generaciones de trabajadores en una continuidad ritual. La fecha misma, con su historia de lucha y conmemoración internacional, adquiere una sacralidad que va más allá de su significado político inmediato.

1 de Mayo Sagrado

La participación activa en el rito de la protesta durante el 1 de mayo también implica una transformación espacial. Los lugares de las marchas y manifestaciones se convierten en espacios sagrados donde la solidaridad, la resistencia y la búsqueda de justicia son celebradas y reafirmadas. La ocupación de estos espacios por parte de los obreros crea un vínculo entre el espacio físico y el significado sagrado de la protesta, estableciendo una conexión simbólica con las luchas históricas de los trabajadores.

Es un hecho entonces que, según Eliade, el carácter hierofónico del rito de la protesta del 1 de mayo demuestra cómo la dimensión sagrada permea y da forma a la expresión política de la clase trabajadora. La hierofanía en este contexto ofrece una comprensión más profunda de la significación y el impacto de las celebraciones del 1 de mayo como eventos que trascienden lo puramente político y se conectan con aspectos más profundos de la identidad, la memoria y la búsqueda de justicia.

Con respecto a los sucesos originales del 1 de mayo, la figura del auto sacrificio revela sin distinción, un carácter hierofónico, de manifestación de un acto singular, de proporción sagrada. Se establece desde este punto de partida el culto que eleva el martirio a la categoría de victoria engrandecida.

La causa sagrada

Por lo dicho, nos damos cuenta de que el movimiento obrero anarcosindicalista buscó mediante sus aparatos de prensa el mantenimiento de la memoria histórica, pues ésta alimentaba y acrecentaba sus postulados políticos. El carácter internacionalista de su actividad le llevó a acoger un acontecimiento acaecido fuera del territorio definido como su campo de acción local y declararlo una fecha universal, prácticamente sacra. Del mismo modo, los obreros asesinados y ejecutados pasaban a ser «hermanos de lucha».

El significado de este acto sacro iba más allá de otros conceptos que en otras circunstancias podrían interpretarse como excluyentes, caso de la nacionalidad, caso de la raza, es la puerta para una «communitas» (Turner, 1988), un entorno de igualdad en la que se comparte una experiencia común, el acto ritual iniciático. La pureza con la que se trató de mantener los homenajes merecieron apreciaciones en la prensa obrera, cuando la clase conservadora pretendía tergiversar la gesta, refiriéndola como un episodio no ligado a la lucha por las demandas sociales.

A través de los discursos y los actos celebratorios del 1 de mayo divulgados en la prensa obrera y en menor calibre, la conservadora, se propició la adopción de posturas como forma, estilo y acceso de distinción iniciática para simpatizar o formar parte del movimiento obrero urbano. Esto facilitó un proceso de índole cultural, plagado hasta de argot, que tuvo como objetivo la inmersión y la captación hacia el anarcosindicalismo con un enfoque solemne y sacro que busca hacer entender una construcción antitética «nosotros» versus «ellos» (Otto, 2006).

En este sentido, todo lo anteriormente referido se puede entender como un proceso ritual de rebelión (Orellana-Águila, 2020). En términos más específicos, estas noticias y discursos sobre fechas ícono y actos celebratorios funcionaron como un vehículo que propuso discursos y representaciones de inclusión y exclusión social –para las élites– que se asociaban al proyecto anarcosindicalista desde sus diferentes aspectos, el social y el político. De tal modo, que las situaciones en que los valores de la clase obrera limeña fueron representados de forma sacra y sin mayor atención, seguían la postura de cada clase antagónica.

La Protesta Obrera como momento sagrado

Desde el lado de la prensa obrera y para fortalecimiento del momento heroico original, el símbolo sagrado del acto utilizó de forma adaptativa la figura del «evocatio», el que en tiempos romanos, se trataba de un ritual religioso mediante el cual, durante un conflicto militar, se invitaba a las deidades tutelares del enemigo a abandonarlo para establecerse en Roma, donde se les construiría un templo y se les ofrecería culto, es decir, un ritual que como podemos observar, originalmente era de traslado de la divinidad ajena a la propia, se adapta en el caso de las protestas urbanas del movimiento obrero, para la construcción del pensamiento de clase y los conceptos simbólicos que le corresponden. En esta postura se presenta al mártir y la lucha obrera como elementos inherentes a la clase, la que en determinados momentos significativos requiere reinventarse, convocarse, fortalecerse y transmitirse.

El ritual por el cual se construyen las ideas del sacrificio y la lucha obrera como concepto sagrado es eficiente en la medida que provienen de la reproducción de las obras de los héroes en cada acto conmemorativo. Se instala y queda legalmente establecido como parte de una noción sagrada (Eliade, 1974). Con la instalación, el héroe se hace presente y la comunicación con el tiempo presente queda establecida.

El Acto Heróico

El punto de inicio del héroe es el acto heroico, la construcción de lo «nuevo», del «punto fijo de partida», valiéndose de la encrucijada en donde se cortan perpendicularmente dos caminos: lo viejo y lo nuevo. El acto por el que se engrandece al héroe y su sacrificio tiene, por lo tanto, una nueva valoración, un símbolo poderoso. Es la reproducción de lo trascendente y mediante su evocación en el acto solemne, se revaloriza en el poder. A través de este símbolo reconocemos quién es poderoso y quién es débil y a través de la manipulación de dichos símbolos, el poder refuerza la autoridad (Kertzer, 1988). Es la experiencia con esta conmemoración y demostración de poder, la que permitirá reencontrarse con el instante épico del inicio de la lucha encomiable y sacrificada acompañado de un proceso de cohesión (Segalen, 2005).

La celebración de los actos del 1 de mayo permitieron la reactualización del acontecimiento que tuvo características de inmolación en la causa sagrada. La participación en dicho acto significa reintegrar dicho tiempo en la conmemoración misma, tiempo creado en base a la gesta heroica. En el acto ritual se rememora la primera aparición del punto fijo de inicio del acto político como entorno de conflicto (Martínez, 2014) como es el caso de la lucha por las ocho horas. En la reintegración de este tiempo «sagrado», los participantes reencuentran el episodio vivido en dicho tiempo (Eliade, 1974).

La aparición de los discursos en los actos que se hicieron presentes en la prensa, también se basan en la re-enseñanza de los modelos a seguir. Resulta, por tanto, en un arquetipo que se vuelve a convocar con el simbolismo del acto con la finalidad de reconocer al obrero ejemplar, aquel que en la medida de lo deseado imita a los héroes para imitar su gesta (Eliade, 1974).


Conclusión

Son rituales

Podemos manifestar que las protestas y celebraciones del 1 de mayo en el movimiento obrero peruano de inicios del siglo XX eran inherentemente rituales políticos. Esta caracterización se fundamenta en la profunda interconexión entre los elementos ceremoniales y la expresión política, revelando una compleja amalgama de significados simbólicos y prácticas rituales que trascienden el ámbito político convencional.

La ritualización de las protestas del 1 de mayo no solo eran expresiones de demandas laborales y derechos, sino también una forma de construir y reafirmar las identidades obreras. La participación activa en estos rituales no solo buscaba cambios inmediatos en las condiciones de trabajo, sino que también apuntaba a la creación de una narrativa más amplia de resistencia, solidaridad y emancipación.

La ritualidad de las celebraciones del 1 de mayo en el movimiento obrero peruano de inicios del siglo XX se evidencia también a través del pensamiento esquemático y la construcción cognitiva presentes en dichos eventos. Estos elementos no solo eran manifestaciones de cómo las percepciones y creencias políticas se entrelazaban con las prácticas ceremoniales, sino que también contribuían a la naturaleza ritualizada de estas protestas.

Hay estructuras cognitivas

El pensamiento esquemático, entendido como la tendencia a interpretar y organizar la información de acuerdo con estructuras cognitivas preexistentes, jugaba un papel fundamental en la ritualidad de las celebraciones. Los participantes, al recurrir a esquemas y categorías previamente establecidas, daban forma a la forma en que entendían y percibían los eventos políticos (Kertzer, 1988). Esta organización cognitiva influía en la interpretación de los símbolos y rituales asociados con el 1 de mayo, contribuyendo así a la creación de una narrativa colectiva y compartida.

La construcción cognitiva, en este contexto, también resaltaba la naturaleza ritual de las celebraciones. Los individuos procesaban la información política de manera selectiva, prestando mayor atención a los elementos vívidos y concretos. Esta atención selectiva a la información, típica de los procesos cognitivos, se alineaba con la dinámica ritual, donde ciertos símbolos y prácticas destacadas capturaban la atención y se convertían en puntos focales de significado.

La interrelación entre pensamiento esquemático, construcción cognitiva y ritualidad se revelaba en la forma en que los participantes internalizaban y reprodujeron los elementos simbólicos asociados con el 1 de mayo. Los esquemas preexistentes sobre la lucha de clases, la solidaridad obrera y la búsqueda de derechos laborales actuaban como marcos interpretativos que guiaban la atención selectiva y la construcción de significado.

La protesta es sagrada

El carácter hierofónico (Eliade, 1985) de estas celebraciones, donde lo político se entrelazaba con lo sagrado, proporcionaba un marco simbólico que trascendía las dimensiones temporales y espaciales ordinarias. La repetición anual del ritual confería una continuidad que conectaba a las generaciones de trabajadores en una experiencia compartida de lucha y conmemoración.

La ritualidad también se manifestaba en la transformación de espacios urbanos en lugares sagrados de resistencia. La ocupación de plazas y calles durante las marchas del 1 de mayo convertía estos lugares en escenarios simbólicos (Turner, 1988) donde la solidaridad y la búsqueda de justicia se expresaban de manera ritualizada.


Referencias

  • Eliade, M. (1985). Lo Sagrado y lo Profano. Chicago: Guadarrama.
  • Kertzer, D. (1988). Ritual, politics and power. New York: Yale University.
  • Orellana-Águila, N. (2020). Performance, Ritual y movilización social. Revista Izquierdas. doi:http://dx.doi.org/10.4067/s0718-50492020000100295
  • Otto, C. (2006). El imaginario en los conflictos sociales. Revista Imaginario, 12(13), 233-247.
  • Segalen, M. (2005). Ritos y rituales contemporáneos. Madrid: Alianza.
  • Turner, V. (1988). El proceso ritual. Madrid: Alfaguara.

Periódicos

  • El Hambriento, noviembre de 1905
  • La Protesta, 1 de mayo de 1912.
  • La Protesta, 1 de mayo de 1917.
  • La Protesta, 1 de mayo de 1918.
  • La Protesta, 1 de mayo de 1919.
  • Los Parias, mayo de 1909.

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