Sáb. Nov 2nd, 2024
Transformaciones sociales del Perú del siglo XIX al XXI

¿Cuáles son las principales consideraciones al momento de contextualizar las transformaciones sociales y estructurales que han tenido lugar en la República del Perú a lo largo de los siglos XIX, XX y XXI?

Consideramos que estas transformaciones en la propiedad de la tierra, su impacto en la economía y la sociedad, así como las dinámicas cambiantes en la estructura social, desde las divisiones coloniales hasta la actualidad, son elementos centrales para comprender estas transformaciones, subrayando sus interconexiones históricas y sociológicas.

Cambios en la Propiedad de la Tierra

Dos escenarios principales son claros en las transformaciones sociales y estructurales del Perú entre el siglo XIX al XXI: el régimen de latifundios y haciendas heredada de la gran propiedad colonial y el régimen de minifundios de propiedad personal, teniendo como puente a la reforma agraria del gobierno de las fuerzas armadas a partir de 1969.

La reforma agraria pretendió mantener la productividad tomando como base a las cooperativas (CAP y SAIS) pero la escasa organización técnica y la corrupción derivada al interior de las mismas no lo permitieron. Este fracaso inició un proceso de parcelación y conversión al minifundio tomando como beneficiarios a las unidades familiares provenientes de las mismas CAP y SAIS.

Primer Escenario

En este primer escenario, valiéndonos de Basadre (2014), citamos a Oswaldo Gonzáles Tafur (1964) y su libro «La Agricultura Peruana: Problemas y Posibilidades», el que refiere que hacia el año 1961 el 1,4% de propietarios poseían el 62,8% de tierra cultivable en unidades de 75 hectáreas a más, arrojando un total de 1 130 400 hectáreas. El 98,6% restante era propietario del 37,2% de tierra cultivable. Se trataba de 669 000 hectáreas divididas en parcelas de entre 2,5 a 75 hectáreas. Ambos grupos de tierras evidenciaban una gran escasez de terreno dedicado a la agricultura del país.

El autor citado, comenta Basadre, refería la diferencia técnica y de calidad de la tierra, la que se podía constatar en el nivel de productividad.

Segundo Escenario

Por su parte, el segundo escenario de las transformaciones sociales y estructurales para el cambio en la tierra es el de las cooperativas originadas en la reforma agraria. Eguren arroja un dato interesante al mencionar que el total expropiado fue de 9 millones de hectáreas provenientes de 15 826 fundos, es decir, 6 millones de hectáreas más que los datos que mostró Gonzáles Tafur, una cifra notablemente mayor. Habría que investigar si el total de la tierra expropiada era efectivamente idónea para actividades agrícolas-ganaderas. Cabe señalar que la reforma agraria arremetió un duro golpe contra la clase terrateniente, a nivel económico, social y político.

Tercer Escenario

Como tercer escenario, estamos observando actualmente un nuevo proceso de concentración de enormes extensiones de tierras hacia las grandes corporaciones, principalmente en la costa. Este cambio se ha permitido, entre otros, desde la adquisición de antiguos minifundios cuyos propietarios, sin acceso a conocimiento técnico, de mercado o crediticio, han optado por vender o alquilar su propiedad en vista de no contar con herramientas suficientes para rentabilizar su parcela.

Otro modo de aumentar la concentración de la tierra en pocas manos en los primeros veinte años del presente siglo, proviene de las políticas públicas que lo hacen posible. Obras públicas con tierras adjudicadas a privados como Chavimochic, Olmos y Chinecas, así como la eliminación del límite de la posesión de extensión de tierras en las normas vigentes como claros ejemplos.

Situación Actual

Según el Censo Agropecuario de 2012, existen aproximadamente más de 10 empresas en la costa peruana que superan las 70 mil hectáreas en propiedad, dedicadas a actividades de agroexportación o de gran industria, en desmedro de la agricultura doméstica que abastece al mercado local. Una de estas empresas es el Grupo Gloria, quien administra 79 728 hectáreas, una extensión mayor a la de algunas regiones del país. Este escenario aún está encaminado en su proceso y evolución.

Notamos claramente que en el proceso de transformaciones sociales y estructurales en el Perú del siglo XXI somos testigos de un retorno a la acumulación y extensión de la gran propiedad por parte de conglomerados empresariales.

Transformaciones estructurales. Lima Republicana

Cambios en la Estructura Social

Basadre, apoyándose con el texto de José Clavero «El Tesoro del Perú» (Lima, 1898) refiere hasta cinco segmentos según su fortuna en el año 1894. Dista mucho de acercarse a un estudio exhaustivo de la población según clases sociales pero brinda una idea general. No contabiliza a ningún millonario -o al menos no lo cataloga como tal- pero si a 1 725 ricos (se asume, cabezas de familias); 2 000 acomodados -lo que conocemos ahora como clase media-, 500 000 mendigos y 345 000 trabajadores (no especifica de qué sectores). La guerra con Chile había minado las fortunas y la población, pero era mayoritario el esquema de clases sociales que se deduce del capítulo de Basadre: aristocracia terrateniente, aristocracia urbana, comerciantes, obreros y servidumbre.

Todos estos segmentos estaban vinculados en un período de transición que comprometía a una buena parte de la burguesía terrateniente hacia una urbana semi-feudal con enclaves agrícolas en la costa y asientos mineros en los andes. Esta burguesía urbana iba en contraposición al caudillismo militar postguerra y terminó arrebatándole el predominio, consolidándose en una nueva clase aristocrática que introdujo nuevos modelos de negocios en la industria local, industria de extracción, industria de exportación y servicios como la banca. La aristocracia terrateniente soltó buena cuota de poder ante esta burguesía urbana. Su influencia política no iba más allá de las fronteras de sus latifundios.

Negocios y Trabajo

Los nuevos modelos de negocio de la burguesía urbana, impulsados por la guerra europea de 1914 recibieron un espaldarazo de capital proveniente del azúcar, el algodón y el caucho. Ello recaló en la repotenciación de sus industrias y servicios. Por consecuencia de este brote industrial, la clase obrera y la pequeña burguesía fortalecen su presencia durante gran parte de la primera mitad del siglo XX. El conflicto a nivel social y político desde estas clases hacia las clases gobernantes fue un común denominador, añadiendo a éste, nuevos discursos políticos.

Sin bien es cierto, los trabajadores burocráticos, o si se quiere ser más amable, de gestión de información, existían desde la administración colonial, es en los años 50 y 60 del siglo XX, cuando empiezan a superar en número a la clase obrera. De ahí se acuñó la palabra «empleado», tanto para el sector público como para el sector privado. A pesar de ser numerosos, no llevaron consigo el discurso de la reivindicación social como sí lo mantuvieron los obreros durante gran parte del siglo XX -algunos sindicatos aún lo mantienen para el siglo XXI-, ya que el acceso a cargos con mayores requisitos les permitieron llegar a ingresos mayores, los que diluían la necesidad de la confrontación social.

Movilización Social

A fines del siglo pasado, como parte del proceso de transformaciones sociales y estructurales, la movilización social se extiende a todas las clases sociales, con remanentes y últimos bastiones en las familias descendientes de las aristocracias de inicios de dicho siglo. Para el siglo XXI, la estructura social del país, producto de la mencionada movilización social, ha recibido nuevos miembros en las élites dominantes.

Grupos corporativos locales y extranjeros, en colusión con políticas gubernamentales manejadas a su antojo, son ahora quienes controlan el aparato estatal. Una nueva clase social corporativa que mantiene las costumbres de las antiguas clases aristocráticas encabeza la pirámide social. Le sigue una contenida clase media compuesta por pequeños burgueses propietarios de terrenos, empresarios independientes de capital individual y/o trabajadores especializados sin propiedad con poca o nula influencia social y política. Este grupo contiene una característica: el negocio o emprendimiento no sobrepasa en promedio los 60 meses de existencia, además de un gran porcentaje de subempleabilidad, siendo de hasta más de 55% entre los años 1980 y 1990.

Al fondo de la carreta, los empleados de servicios generales, que ofrecen solo mano de obra o de producción de información cotidiana, han reducido sus niveles de ingreso y abundan tanto en «services» como de forma independiente. Y ésta parece ser la proyección para los próximos 10 años, mientras la automatización y soluciones provenientes de la inteligencia artificial van agudizando la precariedad de las condiciones de existencia de algunas de estas clases.

Referencias

  1. Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú Tomo XVI (1822-1933). Sexta Edición. Capítulo II: El dinero y la propiedad.
  2. Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú Tomo XVI (1822-1933). Sexta Edición. Capítulo IV: La estructura social.
  3. Eguren, Fernando. Reforma Agraria y Desarrollo Rural en el Perú. CEPES.
  4. Jiménez, Félix e Iguiñiz, Javier. La economía peruana del último medio siglo. Ensayos de interpretación. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Lima, 2010.
  5. Nunura, Juan; Flores, Edgar. El Empleo en el Perú. Ministerio del Trabajo y Promoción del Empleo. Lima, 2001.
  6. Revista Otra Mirada. El regreso del latifundio en el Perú. 21/02/2015.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *